miércoles, 26 de septiembre de 2018

28. EL ARSENAL DE DIOS


Las profundidades de la tierra son el arsenal del Señor, de donde se sacaron las armas empleadas en la destrucción del mundo antiguo. Las aguas brotaron de la tierra y se unieron a las aguas del cielo para llevar a cabo la obra de desolación. Desde el diluvio, el fuego y el agua han sido instrumentos de Dios para destruir ciudades impías. Estos juicios son enviados para que los que tienen en poco la ley de Dios y pisotean su autoridad, tiemblen ante su poderío, y reconozcan su justa soberanía. 

Cuando los hombres han visto montañas encendidas arrojando fuego, llamas y torrentes de minerales derretidos, que secaban ríos, cubrían populosas ciudades y regaban por doquiera ruina y desolación, los corazones más valientes se han llenado de terror, y los infieles y blasfemos se han visto obligados a reconocer el infinito poder de Dios. 

Los antiguos profetas, al referirse a escenas de esta índole, dijeron: "¡Oh si rompieses los cielos, y descendieras, y a tu presencia se escurriesen los montes, como fuego abrasador de fundiciones, fuego que hace hervir las aguas, para que hicieras notorio tu nombre a tus enemigos, y las gentes temblasen a tu presencia! Cuando, haciendo terriblezas cuales nunca esperábamos, descendiste, fluyeron los montes delante de ti." "Jehová marcha entre la tempestad y turbión , y las nubes son el polvo de sus pies. El amenaza a la mar, y la hace secar, y agosta todos los ríos." (Isa. 64: 1-3; Nah. 1: 3, 4.) 

Las más terribles manifestaciones que el mundo jamás haya visto hasta ahora, serán presenciadas cuando Cristo vuelva por segunda vez. "Los montes tiemblan de él, y los collados se deslíen; y la tierra se abrasa a su presencia, y el mundo, y todos los que en él habitan. ¿Quién permanecerá delante de su ira? ¿y quién quedará en pie en el furor de su enojo?" "Oh Jehová, inclina tus cielos y desciende: toca los montes, y humeen. Despide relámpagos, y disípalos; envía tus saetas, y contúrbalos." (Nah. 1:5, 6; Sal. 144: 5, 6.) 

"Y daré prodigios arriba en el cielo, y señales abajo en la tierra, sangre y fuego y vapor de humo." "Entonces fueron 101 hechos relámpagos y voces y truenos; y hubo un gran temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no fue jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra." "Y toda isla huyó, y los montes no fueron hallados. Y cayó del cielo sobre los hombres un grande granizo como del peso de un talento." (Hech. 2: 19; Apoc. 16: 18, 20, 21.) 

Cuando se unan los rayos del cielo con el fuego de la tierra, las montañas arderán como un horno, y arrojarán espantosos torrentes de lava, que cubrirán jardines y campos, aldeas y ciudades. Masas incandescentes fundidas arrojadas en los ríos harán hervir las aguas, arrojarán con indescriptible violencia macizas rocas cuyos fragmentos se esparcirán por la tierra. Los ríos se secarán. 

La tierra se conmoverá; por doquiera habrá espantosos terremotos y erupciones.. Así destruirá Dios a los impíos de la tierra. Pero los justos serán protegidos en medio de estas conmociones, como lo fue Noé en el arca. Dios será su refugio y tendrán confianza bajo sus alas protectoras. 

El salmista dice: "Porque tú has puesto a Jehová, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación, no te sobrevendrá mal." "Porque él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal; ocultaráme en lo reservado de su pabellón." La promesa de Dios es: "Por cuanto en mí ha puesto su voluntad, yo también lo libraré: pondrélo en alto, por cuanto ha conocido mi nombre." (Sal. 91: 9, 10, 14; 27: 5.) 102 CSEGW   MHP

27. LAS CAUSAS REALES DE DESASTRES NATURALES Y CONTAMINACIÓN DEL ECOSISTEMA HOY


 La tierra presentaba un indescriptible aspecto de confusión y desolación. Las montañas, una vez tan bellas en su perfecta simetría, eran ahora quebradas e irregulares. Piedras, riscos y escabrosas rocas estaban ahora diseminados por la superficie de la tierra. En muchos sitios, las colinas y las montañas habían desaparecido, sin dejar huella del sitio en donde habían estado; y las llanuras dieron lugar a cordilleras. 

Estos cambios eran más pronunciados en algunos lugares que en otros. Donde habían estado los tesoros más valiosos de oro, plata y piedras preciosas, se veían las señales mayores de la maldición, mientras que ésta pesó menos en las regiones deshabitadas y donde había habido menos crímenes. En ese tiempo inmensos bosques fueron sepultados. Desde entonces se han transformado en el carbón de piedra de las extensas capas de hulla que existen hoy día, y han producido también enormes cantidades de petróleo. 

Con frecuencia la hulla y el petróleo se encienden y arden bajo la superficie de la tierra. Esto calienta las rocas, quema la piedra caliza, y derrite el hierro. La acción del agua sobre la cal intensifica el calor, y ocasiona terremotos, volcanes y brotes ígneos. Cuando el fuego y el agua entran en contacto con las capas de roca y mineral, se producen terribles explosiones subterráneas, semejantes a truenos sordos.

 El aire se calienta y se vuelve sofocante. A esto siguen erupciones volcánicas, pero a menudo ellas no dan suficiente escape a los elementos encendidos, que conmueven la tierra. El suelo se levanta entonces y se hincha como las olas de la mar, aparecen grandes grietas, y algunas veces ciudades, aldeas, y montañas encendidas son tragadas por la tierra. Estas maravillosas manifestaciones serán más frecuentes y terribles poco antes de la segunda venida de Cristo y del fin del mundo, como señales de su rápida destrucción. CS EGW 99  MHP

martes, 4 de septiembre de 2018

03. PROMESA ALENTADORA.


Porque no para siempre será olvidado el menesteroso, ni la esperanza de los pobres perecerá perpetuamente. Sal. 9:18.

 Cuanto tiempo hace que tú estás suplicando por una determinada bendición y te da la impresión que al Señor no le importa tu pedido? 
El salmista presenta hoy una promesa alentadora. Tú no serás olvidado para siempre, y no serás perpetuamente frustrado. ¿No es una gran noticia? Pero hay una condición para que la promesa divina se cumpla. 

Tú necesitas ser un "menesteroso-pobre". Aquí no se habla de dos tipos de personas. Tú sabes que esta es una poesía hebrea y que la belleza de la poesía hebra no radica en la rima, sino en el paralelismo. El paralelismo es la repetición del mismo pensamiento en dos frases aparentemente diferentes. De modo que el menesteroso o necesitado de la primera frase, es el pobre o afligido de la segunda. Puede ser que tú estés afligido hoy, si estás enfrentando algún problema Pero, necesitado, no necesariamente. 

La palabra hebrea menesteroso, ébyón, es usada por lo menos en tres aspectos diferentes. Para referirse a un estado de pobreza material, a una persona que no tiene posición social, o a una actitud de humildad ante Dios. Inclusive el verbo hebreo necesitar, abah, significa aceptar, consentir. Nadie acepta la intervención de otro si no se siente necesitado. 

 Cuando el ser humano piensa que Dios está tardando en responder, es generalmente porque no llegó al estado de necesidad espiritual que lo lleva a aceptar la intervención divina en su vida. Aquella noche en el mar de Galilea, los discípulos lucharon con las olas y el viento contrario mientras tuvieron fuerzas. Eran pescadores, acostumbrados a las tempestades y tormentas, ¿para qué pedir ayuda? 
Ellos podían resolver el problema por sí mismos. 

 Pero a la cuarta vigilia, allá por las cuatro o cinco de la mañana, cuando ya no tenían más fuerzas, cuando el orgullo y la suficiencia humana habían desaparecido y se sentían "necesitados", 
Jesús apareció andando sobre las aguas para socorrerlos. 

 Sentirse necesitado no es un asunto de palabras ni de lágrimas, es una actitud del corazón. Es lo que tú y yo necesitamos aprender diariamente. Porque la promesa del Señor es: "Porque no para siempre será olvidado el menesteroso, ni la esperanza de los pobres perecerá perpetuamente". Alejandro Bullon

02. ¡GRACIAS, SEÑOR!


Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre pena, y enderezó mis pasos. Sal. 40:2. 

 El salmo de hoy, muestra el proceso maravilloso de la salvación. Una persona está completamente destruida por el pecado y, de repente, se deja encontrar por el Señor Jesús. Lo acepta como su Salvador personal y el Señor la transforma en un príncipe para su reino. A lo largo de casi cuatro décadas presentando a Jesús como la única solución para los problemas humanos, he visto prostitutas, homosexuales y criminales de la peor especie, ser transformados por la gracia maravillosa de Cristo. 

 David describe hoy en un solo versículo de qué manera trata Dios al pecador arrepentido. "Y me hizo sacar del pozo de la desesperación", dice. El salmista está hablando aquí de la prisión. El pecado aprisiona, esclaviza, no te deja ir adonde tú quieres, te quita la libertad. En las cárceles de aquellos tiempos no había servicios sanitarios. Eran pozos inmundos, asfixiantes. 

David lo llama "lodo cenagoso". Cuando el salmista se dejó arrastrar por el pecado, fue literalmente al fondo del pozo y sin saber adonde ir ni qué hacer con su vida, clamó pidiendo socorro y el Señor apareció. Jesús está siempre listo para aparecer en la vida de cualquier ser humano que clama pidiendo perdón. Pero él no puede hacer nada por los que tratan de "justificar", "racionalizar" o "explicar" sus acciones equivocadas. 

 El texto dice: "puso mis pies sobre peña". ¿Quién es esa peña o esa roca? Jesús es la Roca de los siglos. El pecador ahora está libre, perdonado y justificado en la Roca. Está salvo en Cristo, porque 
"en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos". 
Hechos 4:12, 

 El trabajo de Jesús no termina solamente con eso. El salmo dice: "y enderezó mis pasos". Si tú tratas de ser un verdadero cristiano, descubrirás que no es fácil andar con firmeza. El camino está lleno de peligros y tentaciones. Muchas veces los pies vacilan y tú resbalas y te lastimas. Jesús es la única solución. 

Él no es únicamente tu Salvador, es también tu Sustentador. Él te llevará hasta la victoria final. Completará en ti la obra que comenzó. Por eso, di con gratitud en tu corazón: "Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos". A. Bullón 

01. VIDA, JUSTICIA Y HONRA.


 El que sigue la justicia y la misericordia hallará la vida, la justicia y la honra. Prov. 21:21.

Si tú subes al avión para Buenos Aires, con certeza llegarás a Buenos Aires. No hay forma de tomar la autopista de Washington a Nueva York y llegar a Miami. 

Este es el consejo bíblico de hoy. ¿Deseas obtener vida, justicia y honra? Sigue el camino de la justicia y de la bondad. Jesús es ese camino. 

Cuando Jesús estaba en la tierra, dijo un día: "Yo soy el camino, y la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí".* 

¿En qué sentido Jesús es el camino? 

Él te invita a una vida de compañerismo diario. El cristianismo es justamente eso, andar con Jesús todos los días. Desde la hora en que te despiertas, temprano por la mañana, hasta la hora en que te acuestas. Trabajando, estudiando, comprando y vendiendo, haciendo cualquier cosa. Si tú tienes conciencia de la presencia de Jesús, eres un cristiano.

 La tragedia humana es limitar la vida cristiana a una hora por semana en la iglesia o, en la mejor de las hipótesis, a una hora de meditación y oración por día. Todo eso es bueno, pero insuficiente para vivir una vida feliz. 

El secreto es no apartarse de Jesús un instante, permitir que él forme parte de las negociaciones y de las decisiones. Andar permanentemente con él. ¿Cómo es posible eso? ¿Significa que debemos caer en el terreno del misticismo, tratando de oír "la voz de Jesús", o experimentando sensaciones sobrenaturales? ¡No! 

Jesús guía la vida de sus hijos a través de las enseñanzas de su Palabra. Si tú no la lees, y no meditas en la Palabra de Dios, ¿cómo te va a hablar él en los momentos de necesidad? 

La Biblia es la revelación escrita de la voluntad de Dios para el ser humano. El camino es Jesús, su Palabra es la guía. Seguir a Jesús es seguir los consejos bíblicos. Tú encuentras en ella instrucciones para las circunstancias más difíciles de la vida: cómo educar a tus hijos, cómo salir de las deudas; cómo cultivar relaciones, etcétera.

 Haz de este día un día de decisiones de vida. Consigue una Biblia, léela, estúdiela, vale más que una carrera universitaria o un título doctoral. Jesús es la Fuente de la sabiduría. Y no olvides: "El que sigue la justicia y la misericordia hallará la vida, la justicia y la honra". Alejandro Bullón