Luc. 1:13-24, 57-80.
Porque será grande delante de Dios. No beberá vino
ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre.
(Luc. 1:15).
El Salvador declaró que en la memoria que los
cielos guardan de los hombres nobles, no había hombre mayor que Juan el
Bautista. La obra que le fue encomendada requería no sólo energía física y
resistencia, sino las más altas cualidades del espíritu y del alma. Tan
importante era la buena educación física como preparación para esta tarea, que
el ángel más encumbrado del cielo fue enviado con un mensaje de instrucción
para los padres del niño (El Ministerio de Curación, pág. 293).
Como padres debían colaborar fielmente con Dios en
formar en Juan un carácter que lo capacitara para realizar la parte que Dios le
había asignado. . . Juan les había nacido a una edad avanzada, era hijo de un
milagro, y los padres pudieron pensar que tenía una tarea especial que realizar
para el Señor y que el Señor lo cuidaría. Pero los padres no razonaron en esa
forma; se retiraron a un lugar alejado, donde su hijo no estuviera expuesto a
las tentaciones de la vida ciudadana, o fuera inducido a alejarse del consejo y
la instrucción que ellos como padres le darían (Conducción del Niño, págs. 22,
23).
En el desierto, Juan pudo más fácilmente negarse a
sí mismo, dominar su apetito y vestirse de acuerdo con la sencillez natural. No
había nada en el desierto que distrajese su mente de la meditación y la
oración.
Satanás tenía acceso a Juan, aun después que hubo
cerrado toda forma posible por la cual pudiese entrar. Pero sus hábitos de vida
eran tan puros y naturales que podía discernir al adversario, y tenía fuerza de
espíritu y decisión de carácter para resistirle.
El libro de la naturaleza estaba abierto ante Juan
con su provisión inagotable, de variada instrucción. Buscó el favor de Dios, y
el Espíritu Santo descansó sobre él y encendió en su corazón un ardiente celo
por la gran obra de llamar al pueblo al arrepentimiento, a una vida más elevada
y más santa.
Mediante las privaciones y asperezas de su vida
retirada, Juan se estaba preparando para dominar todas sus facultades físicas y
mentales de tal manera que pudiese ocupar su lugar entre la gente, tan
inconmovible frente a las circunstancias que lo rodearan como las rocas y
montañas del desierto que lo habían circundado durante treinta años (Spiritual
Gifts, tomo 2, pág. 47). 271
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVtT21nhSgD_Z_FAGjKRFGfN
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