miércoles, 15 de septiembre de 2021

15. “EDIFIQUEMOS” (NEHEMÍAS) IX. CONFLICTO Y VALOR (EGW).

Neh. 2:9-20.

Entonces les declaré cómo la mano de mi Dios había sido buena sobre mí. . . Y dijeron: Levantémonos y edifiquemos. Así esforzaron sus manos para bien. (Neh. 2:18).

Con corazón dolorido. . . [Nehemías] miró las defensas arruinadas de su amada Jerusalén. ¿Y no es ésta la condición en que los ángeles del cielo ven a la iglesia de Cristo?

Como los moradores de Jerusalén, nos acostumbramos a males existentes y a menudo nos conformamos y no hacemos ningún esfuerzo para remediarlos. Pero, ¿cómo son considerados esos males por los seres divinamente iluminados? ¿No miran ellos, como Nehemías, con corazón apesadumbrado los muros arruinados y las puertas quemadas con fuego? (SDA Bible  Commentary, tomo 3, pág. 1136).

Nehemías había traído un mandato real que requería a los habitantes que cooperasen con él en la reedificación de los muros de la ciudad; pero no confiaba en el ejercicio de la autoridad y procuró más bien ganar la confianza y simpatía del pueblo, porque sabía que la unión de los corazones tanto como la de las manos era esencial para la gran obra que le aguardaba (Profetas y Reyes, pág. 470).

Hay necesidad de [muchos] Nehemías en la iglesia hoy: hombres que puedan no sólo orar y predicar, sino hombres cuyas oraciones y sermones estén corroborados por un propósito firme y anhelante. . . El éxito que acompañó los esfuerzos de Nehemías muestra lo que la oración, la fe y la acción enérgica y sabia pueden llevar a cabo. . . 

El espíritu manifestado por el dirigente será reflejado en gran medida por el pueblo.

Si los dirigentes que profesan creer las verdades solemnes e importantes que van a probar al mundo en esta época no manifiestan ardiente celo en preparar a un pueblo para que permanezca firme en el día de Dios, debemos esperar una iglesia descuidada, indolente y amante de los placeres (3SDA Bible Commentary, 1137).

Nehemías era un reformador, un gran hombre suscitado para una ocasión importante. Cuando entró en contacto con el mal y toda clase de oposición, surgieron un nuevo ánimo y un celo renovado. Su energía y determinación inspiraron al pueblo de Jerusalén; la fuerza y el valor tomaron el lugar de la debilidad y del desaliento.

Su santo propósito, su elevada esperanza, su jovial consagración al trabajo, eran contagiosos. El pueblo se contagió del entusiasmo de su dirigente: en su esfera, cada hombre se convirtió en un Nehemías y ayudó a fortalecer la mano y el corazón de su vecino (Ibid.).  265

AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVswLr4ZSa1m-evMmN8QvZQo

 

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