Juan, a la verdad, ninguna señal hizo; pero todo lo
que Juan dijo de éste, era verdad. Y muchos creyeron en el allí. (Juan 10:41,42).
En el anuncio hecho a Zacarías antes del nacimiento
de Juan, el ángel había declarado: "Será grande delante de Dios".
En la estima del cielo ¿qué constituye la grandeza?
No lo que el mundo tiene por tal; ni la riqueza, la jerarquía, el linaje noble,
o las dotes intelectuales, consideradas en sí mismas. . . Lo que Dios aprecia
es el valor moral. El amor y la pureza son los atributos que más estima.
Juan era grande a la vista del Señor cuando,
delante de los mensajeros del Sanedrín, delante de la gente y de sus propios
discípulos, no buscó honra para sí mismo sino que a todos indicó a Jesús como
el Prometido. Su abnegado gozo en el ministerio de Cristo presenta el más alto
tipo de nobleza que se haya revelado en el hombre. . .
Aparte del gozo que Juan hallaba en su misión, su vida
había sido llena de pesar. Su voz se había oído rara vez fuera del desierto. Tuvo
el destino de un solitario. No se le permitió ver los resultados de sus propios
trabajos.
No tuvo el privilegio de estar con Cristo, ni de
presenciar la manifestación del poder divino que acompañó a la luz mayor.
No le tocó ver a los ciegos recobrar la
vista, a los enfermos sanar y a los muertos resucitar.
No contempló la luz que resplandecía a través
de cada palabra de Cristo, derramando gloria sobre las promesas de la profecía.
El menor de los discípulos que contempló las
poderosas obras de Cristo y oyó sus palabras, era en este sentido más
privilegiado que Juan el Bautista, y por lo tanto se dice que es mayor que
él" (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 190-192).
No le fue dado a Juan hacer bajar fuego del cielo, ni resucitar muertos, como
Elías lo había hecho, ni manejar la vara del poder en el nombre de Dios como Moisés.
Fue enviado a pregonar el advenimiento del Salvador, y a invitar a la gente a prepararse para su venida. Tan fielmente cumplió su misión, que al recordar la gente lo que había enseñado acerca de Jesús, podía decir: "Todo lo que Juan dijo de éste, era verdad". Cada discípulo del Maestro está llamado a dar semejante testimonio de Cristo (Id., pág. 191). 280
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