Dan. 7-12.
Entonces los gobernadores y sátrapas buscaban
ocasión para acusar a Daniel en lo relacionado al reino; mas no podían hallar
ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado
en él. (Dan. 6:4).
Siendo Daniel primer ministro del mayor de los
reinos terrenales, fue al mismo tiempo profeta de Dios y recibió la luz de la
inspiración celestial. Aunque era hombre de iguales pasiones que las nuestras,
la pluma inspirada le describe como sin defecto. Cuando las transacciones de
sus negocios fueron sometidas al escrutinio más severo de sus enemigos, se
comprobó que eran intachables. Fue un ejemplo de lo que todo hombre de negocios
puede llegar a ser cuando su corazón haya sido convertido y consagrado, y
cuando sus motivos sean correctos a la vista de Dios. . .
Inquebrantable en su fidelidad a Dios,
inconmovible en su dominio del yo, Daniel fue tenido, por su noble dignidad y
su integridad inquebrantable, mientras era todavía joven, "en gracia y en
buena voluntad" del oficial pagano encargado de su caso. . .
Se elevó aceleradamente al puesto de primer ministro del reino de Babilonia. Durante el reinado de varios monarcas sucesivos, mientras caía la nación y se establecía otro imperio mundial, su sabiduría y sus dotes de estadista fueron tales, y tan perfecto su tacto, su cortesía y la genuina bondad de su corazón, así como su fidelidad a los buenos principios, que aun sus enemigos se vieron obligados a confesar que "no podían hallar alguna ocasión o falta, porque él era fiel".
Mientras los hombres
le honraban confiándole las responsabilidades del estado y los secretos de
reinos que ejercían dominio universal, Daniel fue honrado por Dios como su
embajador, y le fueron dadas muchas revelaciones de los misterios referentes a
los siglos venideros. Sus admirables
profecías, como las registradas en los capítulos siete a doce del libro que
lleva su nombre, no fueron comprendidas plenamente ni siquiera por el profeta
mismo; pero antes que terminaran las labores de su vida, recibió la
bienaventurada promesa de que en "el tiempo del fin" -en el plazo
final de la historia de este mundo- se le permitiría ocupar otra vez su lugar.
. .
Podremos, como Daniel y sus compañeros, vivir
por lo que es verdadero, noble y perdurable. Y al aprender en esta vida a
reconocer los principios del reino de nuestro Señor y Salvador. . . podemos ser
preparados para entrar con él a poseerlo cuando venga (Profetas y Reyes, págs.
401-403). 255
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVtyiFbCUjqP-sdMrCM7rVaT
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