Dan. 4.
Todos los habitantes de la tierra son considerados
como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los
habitantes de la tierra, y no hay quien detenga, su mano, y le diga: ¿Qué
haces? (Dan. 4:35).
El último sueño que Dios dio a Nabucodonosor y la
experiencia del rey en relación con el mismo contienen lecciones de importancia
vital para todos aquellos que están relacionados con la obra de Dios. El rey
estaba preocupado por su sueño, porque evidentemente era una predicción de
adversidad y ninguno de sus sabios podía intentar interpretarlo. El fiel Daniel
permaneció delante del rey, no para adular ni para dar una interpretación
errónea a fin de asegurarse el favor real. Sobre él descansaba el solemne deber
de decir la verdad al rey de Babilonia.
Nabucodonosor hizo caso omiso del mensaje
celestial. Un año después de haber sido advertido, mientras caminaba por su
palacio se dijo a sí mismo: "¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué.
. .?"El Dios del cielo leyó el corazón del rey y escuchó sus murmullos de
autoexaltación. . . "Vino una voz del cielo. . . El reino ha sido quitado
de ti; y de entre los hombres te arrojarán, y con las bestias del campo será tu
habitación, y como a los bueyes te apacentarán; y siete tiempos pasarán sobre
ti, hasta que reconozcas que el Altísimo tiene el dominio en el reino de los
hombres, y lo da a quien él quiere. En la misma hora se cumplió la palabra
sobre Nabucodonosor, y fue echado de entre los hombres" (Review and
Herald, 8-9-1896).
Durante siete años, Nabucodonosor fue el asombro de
todos sus súbditos; durante siete años fue humillado delante de todo el mundo. Al
cabo de ese tiempo, la razón le fue devuelta, y mirando con humildad hacia el
Dios del cielo, reconoció en su castigo la intervención de la mano divina. En
una proclamación pública, confesó su culpa, y la gran misericordia de Dios al
devolverle la razón. . .
Estaba ahora cumplido el propósito de Dios, de que
el mayor reino del mundo manifestase sus alabanzas. La proclamación pública, en
la cual Nabucodonosor reconoció la misericordia, la bondad y la autoridad de
Dios, fue el último acto de su vida que registra la historia sagrada (Profetas
y Reyes, págs. 382, 383). 254
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVtyiFbCUjqP-sdMrCM7rVaT
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