CONDICIONES DE ENFERMEDAD
PRODUCIDAS POR EL USO DE SIDRA.
Del consumo habitual de sidra puede
resultar una tendencia a enfermedades diversas, tales como hidropesía,
desórdenes hepáticos, temblores nerviosos y congestión cerebral. Mediante
su consumo muchos acarrean sobre sí mismos enfermedades permanentes.
Algunos mueren de tuberculosis o son víctimas de apoplejía
sólo por esta causa. Algunos sufren de dispepsia. Toda función vital
se niega a actuar, y los médicos les dicen que tienen desarreglos hepáticos,
cuando si ellos se deshicieran de su barril de sidra y
nunca cedieran a la tentación de reemplazarlo, sus fuerzas vitales
maltratadas recobrarían el vigor. The
Review and Herald, 25 de marzo de 1884 Te 84
EFECTOS DEL VINO
DESPUÉS DEL DILUVIO.
El mundo había llegado a ser tan
corrupto debido a la complacencia del apetito y las bajas pasiones en
los días de Noé, que Dios destruyó a sus habitantes con las
aguas del diluvio. A medida que los hombres se multiplicaron
nuevamente sobre la tierra, la complacencia del vino, llevada hasta
la embriaguez, pervirtió los sentidos y preparó el camino para el comer carne
en exceso y el fortalecimiento de las pasiones animales. Los hombres
se levantaron contra el Dios del cielo, y sus facultades y
oportunidades se consagraron para glorificarse a sí mismos antes que honrar a
su Creador.—Redemption; or the Temptation of Christ in The
Wilderness, 21, 22.
LLEVA
AL CONSUMO DE BEBIDAS MÁS FUERTES.
El beber sidra lleva
al consumo de bebidas más fuertes. El estómago pierde su vigor
natural y se necesita algo más fuerte para despertarlo a la acción. En cierta
ocasión en que mi esposo y yo estábamos viajando, nos vimos obligados a pasar
varias horas esperando el tren. Mientras estábamos en la estación entró al
restaurante anexo un campesino de rostro enrojecido y congestionado,
que con voz fuerte y ronca preguntó: “¿Tiene Ud.
aguardiente de primera?” Se le contestó que sí, y pidió medio vaso.
“¿Tiene pimienta?” “Sí”, fue la respuesta. “Bueno, ponga adentro dos cucharadas
bien grandes”. Luego pidió que agregaran dos cucharadas de alcohol, y
terminó pidiendo “una buena cantidad de pimienta negra”. El hombre
que estaba preparando la mistura preguntó: “¿Qué va Ud. a hacer con esta
mezcla?” El contestó: “Supongo que esto me hará efecto”, y llevándose el vaso
lleno a los labios bebió todo su ardiente contenido. Mi esposo dijo: “Ese
hombre ha usado estimulantes hasta destruir las delicadas paredes del estómago.
Supongo que estarán tan insensibles como una bota quemada”.
Muchos al leer esto se
reirán de la advertencia de peligro. Dirán: “Ciertamente el
poco de vino o sidra que yo uso no puede hacérme daño”.
Satanás tiene marcados a los tales como su presa; los lleva paso a paso, y
ellos no se dan cuenta de eso, hasta que las
cadenas del hábito y el apetito son demasiado fuertes para ser rotas.
Vemos el poder que el apetito por la bebida fuerte tiene sobre los hombres;
vemos cuántos hombres de todas las profesiones y de pesadas
responsabilidades, de elevada posición, de eminentes
talentos, de grandes logros, de finos
sentimientos, de fuertes nervios y de grandes
facultades intelectuales lo sacrifican todo por la
complacencia del apetito hasta reducirse al nivel de las
bestias brutas; y en muchísimos casos, su caída comenzó con
el consumo de vino o sidra. Sabiendo esto, me opongo
decididamente a la elaboración de vino o sidra para ser
usados como bebida. ... Si todos fueran vigilantes y fieles en guardar las
pequeñas brechas abiertas por el uso moderado de los supuestamente
inofensivos vino y sidra, se cerraría el camino a la embriaguez.
The Review and Herald, 25 de marzo de 1884. Te 85.
The Review and Herald, 25 de marzo de 1884. Te 85.
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