Tu Dios ha ordenado tu fuerza; confirma, oh Dios, lo que has hecho para nosotros. Sal. 68: 28.
Sus leyes [de Dios] no eran solamente para la nación judía. Se dio la ley moral antes de que el pueblo denominado judío viniera a la existencia. La ley de los Diez Mandamientos era de obligación universal.
Los ritos y los sacrificios fueron ideados para representar el gran sacrificio, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, y que cumple los requerimientos de la justicia divina en lugar del transgresor.
El Señor no quiere que su pueblo sea exclusivista. Los mensajeros delegados de Cristo han de proclamar el Evangelio de su gracia a todas las naciones, las lenguas y los pueblos. Debemos dar a conocer el hecho de que el gran Abogado está dando audiencia a todo el mundo.
La iglesia judía fue llamada como representante de Dios ante un mundo apóstata, y a fin de cumplir esta misión el pueblo judío debía mantener su propia existencia como nación distinta de todos los pueblos idólatras de la tierra.
Habían de mantenerse en el mundo conservando su carácter peculiar y santo. Habían de mantener su propia espiritualidad realizando lo que Adán y Eva dejaron de hacer: rendir obediencia a todos los mandamientos de Dios, y en su carácter representar la misericordia, la bondad, la compasión y el amor de Dios.
De este modo habían de estar por encima de todas las otras naciones en excelencia de carácter; para que por medio de un pueblo puro y obediente el Señor pudiera manifestar sus ricas bendiciones. De esta manera se exaltarían en todo el mundo los principios de las leyes que gobiernan su reino.-Carta 26, 1894. 47
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