Por
lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo
inmundo; y yo os recibiré, y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis
hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso. (2 Cor. 6: 17, 18).
Muchos hay hoy día que tienen un velo
sobre su rostro. Este velo consiste en la simpatía con las costumbres y
prácticas del mundo, que les ocultan la gloria del Señor. Dios quiere que
mantengamos nuestros ojos fijos en él, para que perdamos de vista las cosas de
este mundo.
A medida que se va introduciendo la verdad
en la vida práctica, la norma ha de ser elevada de más en más para ponerse a la
altura de las demandas de la Biblia. Esto hará necesaria la oposición a las
modas, costumbres, prácticas y máximas del mundo. Las influencias mundanales, a
semejanza de las olas del mar, baten contra los seguidores de Cristo para
arrancarlos de los verdaderos principios de su mansedumbre y de su gracia; pero
debemos permanecer en los principios tan firmes como una roca. El hacerlo
exigirá valor moral, y aquellos cuyas almas no estén aseguradas a la Roca
eterna, serán arrastrados por la corriente mundana. Podremos quedar firmes
solamente si nuestra vida está escondida con Cristo en Dios. La independencia
moral está en su sitio cuando se opone al mundo. Poniéndonos en completa
armonía con la voluntad de Dios, estaremos en situación ventajosa y veremos la
necesidad de una separación terminante de las costumbres y prácticas del mundo.
No hemos de elevar nuestra norma tan sólo
un poquito sobre la norma del mundo, sino que hemos de hacer la diferencia
incontestablemente evidente...
No es cosa fácil obtener el inestimable
tesoro de la vida eterna. Nadie puede hacer esto e ir a la deriva con la
corriente del mundo. Ha de salir del mundo, separarse de él, y no tocar lo
inmundo. Nadie puede proceder como un mundano sin ser arrastrado por la
corriente del mundo. Nadie hará progreso alguno en sentido ascendente sin
esfuerzo perseverante. El que quiere vencer tiene que afirmarse en Cristo. No
ha de mirar atrás, sino mantener la vista siempre en alto, obteniendo una
gracia tras otra. La vigilancia individual es el precio de la seguridad...
El fin de todas las cosas está cerca. Se
necesitan ahora hombres y mujeres armados y equipados para luchar en favor de
Dios. Maranatha
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