martes, 28 de enero de 2020

09. ENGAÑADOS (ADAN Y EVA) I. CONFLICTO Y VALOR (EGW).


Gén 3: 1-6.
La cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? (Gén. 3: 1).
Al hombre, obra maestra de la creación, Dios le dio la facultad de comprender sus requerimientos, para que reconociese la justicia y la benevolencia de su ley y su sagrado derecho sobre él; y del hombre se exige una respuesta obediente.
Como los ángeles, los moradores del Edén habían de ser probados.  Sólo podían conservar su feliz estado si eran fieles a la ley del Creador.  Podían obedecer y vivir, o desobedecer y perecer. . .

Los ángeles habían prevenido a Eva que tuviese cuidado no separarse de su esposo mientras éste estaba ocupado en su trabajo cotidiano en el huerto; estando con él correría menos peligro de caer en tentación que estando sola.  Pero distraída en sus agradables labores, inconscientemente se alejó del lado de su esposo. . . Muy pronto se encontró extasiada, mirando con curiosidad y admiración el árbol prohibido. El fruto era bello, y se preguntaba por qué Dios se lo había vedado. Esa fue la oportunidad de Satanás. Como discerniendo su pensamientos, se dirigió a ella diciendo: "¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?...
El tentador afirmó que jamás llegaría a cumplirse la divina advertencia; que les fue hecha meramente para intimidarlos...

Tal ha sido la labor que Satanás ha llevado adelante con gran éxito, desde los días de Adán hasta el presente.  Tienta a los hombres a desconfiar del amor de Dios y a dudar de su sabiduría.  Constantemente pugna por despertar en los seres humanos un espíritu de curiosidad irreverente, un inquieto e inquisitivo deseo de penetrar en los inescrutables secretos del poder y la sabiduría de Dios.  En sus esfuerzos por escudriñar aquello que Dios tuvo a bien ocultarnos, muchos pasan por alto las verdades eternas que nos ha revelado y que son esenciales para nuestra salvación...

Eva creyó realmente las palabras de Satanás, pero esta creencia no la salvó de la pena del pecado.  No creyó en las palabras de Dios, y esto la condujo a su caída.  En el juicio final, los hombres no serán condenados porque creyeron concienzudamente una mentira, sino porque no creyeron la verdad, porque descuidaron la oportunidad de aprender la verdad (Patriarcas y Profetas, págs. 35- 38). 16

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