Mar. 10:17-27.
Entonces Jesús, mirándole, le
amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los
pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. (Mar.
10:21).
Cristo miró al rostro del joven
como si leyera su vida y escudriñara su carácter. Le amaba y anhelaba darle la
paz, la gracia y el gozo que cambiarían materialmente su carácter. . .
Con qué anhelo ferviente, con qué
ansia del alma, miró el Salvador al joven, esperando que cediese a la
invitación del Espíritu de Dios. . . El príncipe discernió prestamente todo lo
que entrañaban las palabras de Cristo, y se entristeció. . .
Renunciar al visible
tesoro terrenal por el invisible y celestial era un riesgo demasiado grande. Rechazó
el ofrecimiento de la vida eterna y se fue, y desde entonces el mundo había de
recibir su culto.
Millares están pasando
por esta prueba y pesan a Cristo contra el mundo; y muchos eligen el mundo. Como
el joven príncipe, se apartan del Salvador diciendo en su corazón: No quiero
que este hombre me dirija. . .
TODOS deben considerar lo que
significa desear el cielo, y sin embargo apartarse de él por causa de las
condiciones impuestas.
PENSEMOS en lo que significa
decir no a Cristo. El príncipe dijo: No, yo no puedo darte todo. ¿Decimos
nosotros lo mismo? . . .
LOS BIENES del príncipe le habían
sido confiados para que se demostrase fiel mayordomo; tenía que administrar
estos bienes para beneficio de los menesterosos.
TAMBIÉN ahora confía Dios recursos a los hombres, así como talentos y oportunidades, a fin de que sean sus agentes para ayudar a los pobres y dolientes.
El que emplea como Dios
quiere los bienes que le han sido confiados llega a ser colaborador con el
Salvador. . .
A los que, como el joven
príncipe, ocupan altos puestos de confianza y tienen grandes posesiones, puede
parecer un sacrificio demasiado grande el renunciar a todo a fin de seguir a
Cristo. Pero ésta es la regla de conducta para todos los que quieran llegar a
ser sus discípulos. No puede aceptarse algo que sea menos que la obediencia. La
entrega del yo es la sustancia de las enseñanzas de Cristo (DTG 477-481). 301
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVtrbL52hGjPNaJMDGwACpWZ
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