1 Crón. 29: 1-14.
Y se alegró el pueblo por haber contribuido
voluntariamente; porque de todo corazón ofrecieron a Jehová voluntariamente. (1
Crón. 29: 9).
Desde los mismos comienzos del reinado de
David, uno de sus planes favoritos había sido el de erigir un templo a Jehová. A
pesar de que no se le había permitido llevar a cabo este propósito, no había
dejado de manifestar celo y fervor por esa idea. Había suplido una gran
abundancia de los materiales más costosos: oro, plata, piedras de ónix y de
distintos colores; mármol y las maderas más preciosas. Y ahora estos tesoros de
valor incalculable, reunidos por David, debían ser entregados a otros; pues
otras manos que las suyas iban a construir la casa para el arca, símbolo de la
presencia de Dios.
Viendo que su fin se acercaba, el rey hizo
llamar a los príncipes de Israel y a hombres representativos de todas las
partes del reino, para que recibieran este legado en calidad de depositarios. Deseaba
hacerles su última recomendación antes de morir y obtener su acuerdo y su apoyo
en favor de esta gran obra que había de llevarse a cabo. . .
Y preguntó a la congregación que había traído
sus ofrendas voluntarias: "¿Quién quiere hacer hoy ofrenda a Jehová?"
La asamblea respondió con buena voluntad. . .
Con el interés más profundo el rey había
reunido aquellos preciosos materiales para la construcción y para el
embellecimiento del templo. Había compuesto los himnos gloriosos que en los
años venideros habrían de resonar por sus atrios. Ahora su corazón se
regocijaba en Dios, al ver cómo los principales de los padres y los caudillos
de Israel responden tan noblemente a su solicitud, y se ofrecían para llevar a
cabo la obra importante que les esperaba. . .
Todo lo que el hombre recibe de la bondad de Dios sigue perteneciendo al Señor. Todo lo que Dios ha otorgado, en las cosas valiosas y bellas de la tierra, ha sido puesto en las manos de los hombres para probarlos, para sondear la profundidad de su amor hacia él y del aprecio en que tienen sus favores.
Ya se trate de tesoros o de dones del intelecto, han de
depositarse como ofrenda voluntaria a los pies de Jesús y el dador ha de decir
como David: "Todo es tuyo, y lo recibido de tu mano te damos"
(Patriarcas y Profetas, págs. 812-814, 816). 186
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVv0TqLpoxs-QMolo4klb4mZ
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