Jos. 6: 17-19; 7.
Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos
con lo que tenéis ahora. (Heb. 13: 5).
Acán había albergado la codicia y el engaño en su
corazón, hasta que sus percepciones del pecado se oscurecieron, y fue víctima
fácil de la tentación. Los que se aventuran a acariciar una vez un pecado
conocido caerán más fácilmente la segunda vez. La primera transgresión abre el
camino al tentador, quien gradualmente destruye toda resistencia y toma posesión
completa de la ciudadela del alma.
Acán había escuchado las advertencias
frecuentemente repetidas contra el pecado de la codicia. La ley de Dios, clara
y positiva, había prohibido el robo y todo engaño, pero él continuó acariciando
el pecado. Como no fue descubierto y reprendido abiertamente, se hizo más
osado; las advertencias tuvieron cada vez menos efecto en él, hasta que su alma
estuvo sujetada por cadenas de oscuridad (SDA Bible Commentary, tomo 2, pág.
997).
Por el pecado de un hombre, vergüenza, derrota y
muerte cayeron sobre Israel. Se les retiró la protección que había cubierto sus
cabezas en el tiempo de la batalla. Los diversos pecados que profesos
cristianos acarician y practican traen el enojo de Dios sobre la iglesia...
La influencia que más debe temer la iglesia no es la de los opositores abiertos, infieles y blasfemos, sino la de los miembros profesos de Cristo que son inconsecuentes. Estos son los que impiden la llegada de las bendiciones del Dios de Israel y traen debilidad a la iglesia, una mancha que no es fácil de quitar.
El cristianismo no es sólo para ser lucido el
sábado y desplegado en el templo; es para cada día de la semana y para cada
lugar. Sus exigencias deben reconocerse en el taller, en el hogar, y en las
transacciones comerciales con los hermanos y con el mundo. . .
Es mejor morir que pecar; mejor padecer necesidad
que defraudar; mejor tener hambre que mentir. Que todos los que sean tentados
enfrenten a Satanás con las palabras: "Bienaventurado todo aquel que teme
a Jehová, que anda en sus caminos. Cuando comieres el trabajo de tus manos,
bienaventurado serás, y te irá bien" (Sal. 128: 1, 2) (Testimonies, tomo
4, págs. 493, 495).120
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVuTjgOEJPr_i4LkG5qpGMMO
No hay comentarios:
Publicar un comentario