Exo. 32: 1-6.
Hicieron becerro en Horeb, se postraron ante una
imagen de fundición. Así cambiaron su gloria por la imagen de un buey que come
hierba. (Sal. 106: 19, 20).
En ausencia de Moisés, el poder judicial había sido
confiado a Aarón, y una enorme multitud se reunió alrededor de su tienda para
presentarle esta exigencia: "Levántate, haznos dioses que vayan delante de
nosotros; porque a este Moisés. . . no sabemos qué le haya
acontecido". La nube, dijeron
ellos. . . se había posado permanentemente sobre el monte, y ya no dirigía más
su peregrinación. . .
Para hacer frente a semejante crisis, hacía falta
un hombre de firmeza, decisión, y ánimo imperturbable, un hombre que
considerara el honor de Dios por sobre el favor popular, por sobre su seguridad
personal y su misma vida. Pero el jefe provisorio de Israel no tenía ese
carácter. Aarón reconvino débilmente al pueblo, y su vacilación y timidez en el
momento crítico sólo sirvieron para hacerlos más decididos en su propósito. . .
Algunos permanecieron fieles en su pacto con Dios; pero la mayor parte del
pueblo se unió a la apostasía. . .
Aarón temió por su propia seguridad; y en vez de
ponerse noblemente de parte del honor de Dios, cedió a las demandas de la
multitud. . . Entregaron de buena gana sus adornos, con los cuales él fundió un
becerro semejante a los dioses de Egipto. El pueblo exclamó: "Israel,
éstos son tus dioses que te sacaron de la tierra de Egipto". Con vileza,
Aarón permitió este insulto a Jehová. Y fue aún más lejos. Viendo la
satisfacción con que se había recibido el becerro de oro, hizo construir un
altar ante él e hizo proclamar: "Mañana será fiesta a Jehová". El
anuncio fue proclamado por medio de trompetas de compañía en compañía por todo
el campamento. . . Con el pretexto de celebrar una "fiesta a Jehová",
se entregaron a la glotonería y la orgía licenciosa.
¡Cuán a menudo, en nuestros propios días, se
disfraza el amor al placer bajo la "apariencia de piedad"! Una religión que permita a los hombres,
mientras observan los ritos del culto, dedicarse a la satisfacción del egoísmo
o la sensualidad, es tan agradable a las multitudes actuales como lo fue en los
días de Israel. Y hay todavía Aarones dóciles que, mientras desempeñan cargos
de autoridad en la iglesia, ceden a los deseos de los miembros no consagrados,
y así los incitan al pecado (Patriarcas y Profetas, págs. 326-328). 98
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVuUCOpUfXzaq8n4wQXmyR80
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