Lev. 10: 1-11.
El vino es escarnecedor, la sidra alborotadora, y
cualquiera que por ellos yerra, no es sabio. (Prov. 20: 1).
Nunca hubieran cometido Nadab y Abiú su fatal
pecado, si antes no se hubiesen intoxicado parcialmente bebiendo mucho vino.
Sabían que era menester hacer la preparación más cuidadosa y solemne antes de
presentarse en el santuario donde se manifestaba la presencia divina; pero
debido a su intemperancia se habían descalificado para ejercer su santo oficio.
Su mente se confundió y se embotaron sus percepciones morales, de tal manera
que no pudieron discernir la diferencia que había entre lo sagrado y lo común.
A Aarón y a sus hijos sobrevivientes, se les dio la amonestación: ". . .
no beberéis vino ni sidra. . . para poder discernir entre lo santo y lo
profano, y entre lo inmundo y lo limpio". . . El consumo de bebidas
alcohólicas tiene el efecto de debilitar el cuerpo, confundir la mente y
degradar las facultades morales. Impide a los hombres comprender la santidad de
las cosas sagradas y el rigor de los mandamientos de Dios. Todos los que
ocupaban puestos de responsabilidad sagrada debían ser hombres estrictamente
temperantes, para que tuviesen lucidez para diferenciar entre lo bueno y lo
malo, firmeza de principios y sabiduría para administrar justicia y manifestar
misericordia.
La misma obligación descansa sobre cada discípulo de Cristo. . . A la iglesia de Cristo de todas las edades se le dirige esta solemne y terrible advertencia: "Si alguno violare el Templo de Dios, Dios destruirá al tal: porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es" (1 Cor. 3: 17) (Patriarcas y Profetas, págs. 376, 377).
El caso de los hijos de Aarón ha sido registrado
para beneficio del pueblo de Dios, y debería enseñar a los que especialmente se
están preparando para la segunda venida de Cristo, que la complacencia de un
apetito depravado destruye la sensibilidad del alma, y afecta tanto a los
poderes de raciocinio que Dios ha dado al hombre, que las cosas espirituales y
santas pierden su carácter sagrado. La desobediencia parece placentera en vez
de excesivamente pecaminosa (I, pág. 132). 102
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVuUCOpUfXzaq8n4wQXmyR80
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