Deut. 3: 23-28, 34.
Y oré a Jehová en aquel tiempo, diciendo. . . Pase
yo, te ruego, y vea aquella tierra buena que está más allá del Jordán, aquel
buen monte, y el Líbano. Pero Jehová se había enojado contra mí a causa de
vosotros, por lo cual no me escuchó; y me dijo Jehová: Basta, no me hables más
de este asunto. (Deut. 3: 23, 25, 26).
Nunca, hasta que se ejemplificaron en el sacrificio
de Cristo, se manifestaron la justicia y el amor de Dios más señaladamente que
en sus relaciones con Moisés. Dios le vedó la entrada a Canaán para enseñar una
lección que nunca debía olvidarse; a saber, que él exige una obediencia
estricta y que los hombres deben cuidar de no atribuirse la gloria que
pertenece a su Creador. No podía conceder a Moisés lo que pidiera al rogar que
le dejara participar en la herencia de Israel; pero no olvidó ni abandonó a su
siervo. El Dios del cielo comprendía los sufrimientos que Moisés había soportado;
había observado todos los actos de su fiel servicio a través de los largos años
de conflicto y prueba. En la cumbre de Pisga, Dios llamó a Moisés a una
herencia infinitamente más gloriosa que la Canaán terrenal.
En el monte de la transfiguración, Moisés estuvo
presente con Elías, quien había sido trasladado. Fueron enviados como
portadores de la luz y la gloria del Padre para su Hijo. Y así se cumplió por
fin la oración que elevara Moisés tantos siglos antes. Estaba en el "buen
monte", dentro de la heredad de su pueblo. . .
Moisés fue un tipo o figura de Cristo. . . Dios
tuvo a bien disciplinar a Moisés en la escuela de la aflicción y la pobreza,
antes de que estuviera preparado para conducir las huestes de Israel hacia la
Canaán terrenal. El Israel de Dios, que viaja hacia la Canaán celestial, tiene
un Capitán que no necesitó enseñanzas humanas que le prepararan para su misión
de conductor divino; no obstante fue perfeccionado por el sufrimiento;
"Porque en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para
socorrer a los que son tentados". . . Nuestro Redentor no manifestó las
imperfecciones ni las debilidades humanas; pero murió a fin de obtener nuestro
derecho a entrar en la tierra prometida.
"Moisés a la verdad fue fiel sobre toda su
casa, como siervo. . . mas Cristo como hijo, sobre su casa; la cual casa somos
nosotros, si hasta el cabo retuviéramos firme la confianza Y la gloria de la
esperanza"(Heb. 3: 5, 6) (Patriarcas y Profetas, págs. 512, 513). 112
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVuUCOpUfXzaq8n4wQXmyR80
No hay comentarios:
Publicar un comentario