Y el uno daba voces, diciendo: Santo, santo, santo,
Jehová de los ejércitos, toda la tierra está llena de su gloria. (Isa. 6:3).
Esos seres santos cantaban la alabanza y la gloria
a Dios con labios no contaminados por el pecado. El contraste entre la pobre
alabanza que [Isaías] había estado acostumbrado a dar al Creador y las
fervientes alabanzas de los serafines, sorprendía y humillaba al profeta. . .
Mientras escuchaba el canto de los ángeles. . . la
gloria, el poder infinito y la majestad insuperable del Señor pasaron ante sus
ojos e impresionaron su alma. A la luz de ese resplandor sin igual que
manifestó todo lo que el profeta podía soportar en cuanto a revelación del
carácter divino, su propia contaminación interior se le presentó con pasmosa
claridad. Sus propias palabras le parecían viles.
Así cuando al siervo de Dios, se le es permitido
contemplar la gloria de Dios en el cielo que se revela a la humanidad, y
percibe en un grado [aunque sea] mínimo la pureza del santo de Israel, hará
confesiones pasmosas de la contaminación de su alma más que jactancias
orgullosas de su santidad.
Con profunda humildad Isaías exclamó: "Ay de
mi que soy perdido! porque soy hombre de labios inmundos".
No se trata aquí de la humildad forzada y del
servil reproche de sí mismo cuyo despliegue pareciera que muchos consideran una
virtud. Este dudoso remedio de la humildad es impulsado por corazones llenos de
orgullo y estima propia. Muchos de los que se desmerecen a sí mismos de
palabra, se sentirían decepcionados si ese proceder no suscitara expresiones de
alabanza y aprecio de parte de los demás. Pero la convicción del profeta era
genuina (SDA Bible Commentary, tomo 4, pág. 1040).
Los serafines que se encuentran delante del trono
están tan llenos de temor reverente al contemplar la gloria de Dios, que ni por
un instante se miran a sí mismos con complacencia propia, admirándose a sí
mismos o el uno al otro. Su alabanza y gloria son para Jehová de los ejércitos.
. .
Están plenamente satisfechos al glorificar a Dios,
y en su presencia bajo su sonrisa de aprobación, no tienen ningún otro deseo. Sus
mayores ambiciones están plenamente logradas al llevar la imagen de Dios, al
estar a su servicio y al adorarlo (Ibid.). 234
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVsDXhHjCJumV5EKFFSS3Irh
No hay comentarios:
Publicar un comentario