2 Rey. 2: 23-25.
Delante de las canas te levantarás, y honrarás el
rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor. Yo Jehová. (Lev. 19:32).
Eliseo era hombre de espíritu benigno y bondadoso;
pero también podía ser severo, como lo demostró su conducta cuando, en camino a
Betel, se burlaron de él los jóvenes impíos que habían salido de la ciudad. Ellos
habían oído hablar de la ascensión de Elías, e hicieron de este acontecimiento
solemne un motivo de burlas, diciendo a Eliseo: "¡Calvo, sube! ¡calvo,
sube!". Al oír sus palabras de burla el profeta se dio vuelta, y bajo la
inspiración del Todopoderoso pronunció una maldición sobre ellos. El espantoso
castigo que siguió provino de Dios. "Y salieron dos osos del monte, y
despedazaron de ellos cuarenta y dos muchachos" (2 Rey. 2:23,24).
Si Eliseo hubiese pasado por alto las burlas, la
turba hubiera continuado ridiculizándole, y en un tiempo de grave peligro
nacional podría haber contrarrestado su misión destinada a instruir y salvar.
Este único caso de terrible severidad bastó para
imponer respeto durante toda su vida. Durante cincuenta años entró y salió por
la puerta de Betel, para recorrer la tierra de ciudad en ciudad y pasar por
entre muchedumbres de jóvenes ociosos, rudos y disolutos; pero nadie se burló
de él ni de sus cualidades como profeta del Altísimo. . .
La reverencia, de la cual carecían los jóvenes que
se burlaron de Eliseo, es una gracia que debe cultivarse con cuidado. A todo
niño se le debe enseñar a manifestar verdadera reverencia hacia Dios. Nunca
debe pronunciarse su nombre con liviandad o irreflexivamente. Los ángeles se
velan el rostro cuando lo pronuncian. ¡Con qué reverencia debiéramos emitirlo
con nuestros labios, nosotros que somos seres caídos y pecaminosos! . . .
También la cortesía es una de las gracias del espíritu, y debe ser cultivada por todos. Tiene el poder de subyugar las naturalezas que sin ella se endurecerían. Los que profesan seguir a Cristo, y son al mismo tiempo toscos duros y descorteses, no han aprendido de Jesús. Tal vez no se pueda dudar de su sinceridad ni de su integridad; pero la sinceridad e integridad no expiarán la falta de bondad y cortesía.
(Profetas y Reyes, págs.
177, 178). 226
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVuaBfeL-S2CDJEXjK4GLNC5
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