2 Rey.
5:1-4.
Y de Siria habían salido bandas armadas, y
habían llevado cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a
la mujer de Naamán. (2 Rey. 5:2).
Aunque esclava, y muy lejos de su hogar, esa
niña fue uno de los testigos de Dios, y cumplió inconscientemente el propósito
para el cual Dios había escogido a Israel como su pueblo.
Mientras servía en aquel hogar pagano, sintió
lástima de su amo; y recordando los admirables milagros de curación realizados
por intermedio de Eliseo, dijo a su señor: "Si rogase mi señor al profeta
que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra". Sabía que el poder del
Cielo acompañaba a Eliseo y creía que Naamán podría ser curado por dicho poder.
La conducta de la niña cautiva en aquel hogar
pagano constituye un testimonio categórico del poder que tiene la primera
educación recibida en el hogar. No hay cometido mayor que el que ha sido
confiado a los padres en lo que se refiere al cuidado y la educación de sus
hijos.
Los padres echan los fundamentos mismos de los
hábitos y del carácter. Su ejemplo y enseñanza son lo que decide mayormente la
vida futura de sus hijos.
Felices son los padres cuya vida constituye un
reflejo tan fiel de lo divino, que las promesas y las órdenes de Dios
despiertan en el niño gratitud y reverencia; los padres. . . que, al enseñar al
niño a amarlos, confiar en ellos y obedecerles, le enseñan a amar a su Padre
celestial, a confiar en él y a obedecerle. Los padres que imparten al niño un
don tal le dotan de un tesoro más precioso que las riquezas de todos los
siglos, un tesoro tan perdurable como la eternidad.
No sabemos en qué ramo de actividad serán
llamados a servir nuestros hijos: Pasarán tal vez su vida dentro del círculo
familiar; se dedicarán quizá a las vocaciones comunes de la vida, o irán a
enseñar el Evangelio en las tierras paganas. Pero todos por igual son llamados
a ser misioneros para Dios, dispensadores de misericordia para el mundo
(Profetas y Reyes, págs. 184, 185).
El que mandó. . . la pequeña israelita en
auxilio de Naamán, el capitán sirio, también envía hoy, como representantes
suyos, a hombres, mujeres y jóvenes, para que vayan a los que necesitan ayuda y
dirección divinas (El Ministerio de Curación, pág. 375). 228
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVuaBfeL-S2CDJEXjK4GLNC5
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