Isa. 6:1-10.
Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la
eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y
con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el Espíritu de los
humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados. (Isa. 57:15).
En la visión que recibió Isaías en el atrio del
templo, se le presentó claramente el carácter del Dios de Israel. Se le había
aparecido en gran majestad "el Alto y Sublime, el que habita la eternidad,
y cuyo nombre es el Santo"; sin embargo se le hizo comprender la
naturaleza compasiva de su Señor. . .
Al contemplar a su Dios, el profeta. . . recibió no
sólo una visión de su propia indignidad, sino que penetró en su corazón
humillado la seguridad de un perdón completo y gratuito, y se levantó transformado.
Había visto a su Señor. Había obtenido una vislumbre de la hermosura del
carácter divino. Podía atestiguar la
transformación que se realizó en él por la contemplación del amor infinito. Se
sintió inspirado desde entonces por el deseo ardiente de ver al errante Israel
libertado de la carga y penalidad del pecado.
Preguntó el profeta: "¿Para qué habéis de ser
castigados aún?" "Venid luego, dirá Jehová, y estemos a cuenta: si
vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si
fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana". "Lavad,
limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de ante mis ojos; dejad de
hacer lo malo: aprended a hacer bien" (Isa. 1:5,18,16,17). El Señor a
quien aseveraban servir, pero cuyo carácter no habían comprendido, les fue
presentado como el gran Médico de la enfermedad espiritual. . .
El corazón lleno de amor infinito se conduele de
aquellos que se sienten imposibilitados para librarse de las trampas de
Satanás; y les ofrece misericordiosamente fortalecerles a fin de que puedan
vivir para él. Les dice: "No temas, que yo soy contigo; no desmayes, que
yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con
la diestra de mi justicia". . .
¿Escogiste tú, lector, tu propio camino? ¿Te has
extraviado lejos de Dios? ¿Has procurado alimentarte con los frutos de la
transgresión tan sólo para hallar que se tornan cenizas en tus labios?. . .
Vuelve a la casa de tu Padre. Él te
invita diciendo: "Tórnate a mí, porque yo te redimí". "Venid a mí; oíd y vivirá vuestra alma.
. . " (Isa. 44: 22; 55:3) (Profetas y Reyes, págs. 233-236). 236
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVsDXhHjCJumV5EKFFSS3Irh
No hay comentarios:
Publicar un comentario