2
Crón. 1.
Salomón
hijo de David fue afirmado en su reino, y Jehová su Dios estaba con él, y lo
engrandeció sobremanera. (2 Crón. 1:1).
La
gloria verdadera de Salomón durante la primera parte de su reinado no estribaba
en su sabiduría sobresaliente, sus riquezas fabulosas o su extenso poder y
fama, sino en la honra que reportaba al nombre del Dios de Israel mediante el
uso sabio que hacía de los dones del cielo (Profetas y Reyes, pág. 23).
Noble
en juventud y en virilidad, amado de su Dios, Salomón se inició en un reinado
que prometía gran prosperidad y honor. Las naciones se maravillaban del
conocimiento y de la perspicacia del hombre a quien Dios había dado sabiduría. Pero
el orgullo de la prosperidad lo separó de Dios. Salomón se apartó del gozo de
la comunión divina para buscar satisfacción en los placeres de los sentidos (La
Educación, pág. 147).
Satanás
bien sabía los resultados que traería la obediencia, y durante los primeros
años del reinado de Salomón, años gloriosos a causa de la sabiduría, la
beneficencia, y la rectitud del rey, trató de introducir influencias que
insidiosamente debilitarian la lealtad de Salomón a los principios, y lo
hicieran separarse de Dios (Fundamentals of Christian Education, pág. 498).
¿Cometió
el Señor una equivocación al poner a Salomón en una posición de tan grande
responsabilidad? No. Dios lo preparó para llevar esas responsabilidades y le
prometió gracia y fuerza a condición de la obediencia. . .
El
Señor coloca a los hombres en puestos de responsabilidad, no para que realicen
sus propios deseos, sino la voluntad del Señor. Mientras ellos aprecien sus
puros principios de gobierno, los bendecirá y fortalecerá, reconociéndolos como
sus instrumentos. Dios nunca abandona al que es leal a los principios (SDA
Bible Commentary, T3, pág. 1128).
El
Señor le dijo a Salomón que si andaba en sus caminos, sus bendiciones le
acompañarían y le sería dada sabiduría. Pero Salomón falló en mantener su
contrato con Dios. Siguió los dictados de su propio corazón, y el Señor lo
abandonó a sus propios impulsos.
En
la actualidad cada uno tiene su parte que hacer: deberes que cumplir y
responsabilidades que llevar. Nadie puede hacer su parte en forma aceptable sin
sabiduría de lo alto (Carta 104, 1902).
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVupcUMRdHnWA291W3mrLnNh
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