Y acabó Hiram la obra que hacía al rey Salomón
para la casa de Dios. (2 Crón. 4:11, úp).
Hombres escogidos fueron capacitados
especialmente por Dios con habilidades y sabiduría para la construcción del
tabernáculo del desierto. . . Los descendientes de esos hombres heredaron una
gran parte de la habilidad concedida a sus antepasados. . . Por un tiempo estos
hombres permanecieron humildes y desinteresados; pero en forma gradual, casi
imperceptiblemente perdieron su asidero en Dios y en su verdad. Comenzaron a
pedir sueldos más altos a causa de su habilidad superior.
En algunos casos su pedido fue concedido, pero
muy a menudo los que pedían sueldos más elevados encontraron empleo en las
naciones circundantes. . . Salomón buscó entre esos apóstatas un supervisor
para que dirigiera la construcción del templo en el monte Moria. . .
Este contramaestre, Hiram-abi, era un
descendiente, por la línea materna, de Aholiab, a quien, cientos de años antes,
Dios había concedido sabiduría especial para la construcción del tabernáculo.
De este modo, al frente de la compañía de
obreros de Salomón, se había colocado a un hombre no santificado, que pedía una
remuneración superior debido a su habilidad excepcional. . . La influencia
perjudicial puesta en marcha al emplear a este hombre de espíritu codicioso,
compenetró todas las ramas del servicio del Señor, y se extendió por todo el
reino de Salomón.
En todos lados podía verse la extravagancia y
la corrupción. Los pobres eran oprimidos por los ricos; el espíritu de
abnegación en el servicio de Dios casi había desaparecido.
Esto constituye una lección importantísima
para el pueblo de Dios de la actualidad: una lección que muchos tardan en
aprender. . . Los que pretenden ser seguidores del Maestro de los obreros, y
que entran a su servicio como colaboradores con Dios, deben poner en su obra la
exactitud y la habilidad, el tacto y la sabiduría, que el Dios de perfección
requirió en la edificación del santuario terrenal. Y ahora, tal como en aquel
tiempo y en los días del ministerio terrenal de Cristo, la devoción a Dios y el
espíritu de sacrificio deberían considerarse como los primeros requisitos de un
servicio aceptable (Mensajes Selectos, tomo 2, págs. 198-200). 199
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVupcUMRdHnWA291W3mrLnNh
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