Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu
corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y
en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará
Dios. (Ecl. 11:9).
La lección que debe enseñarnos la vida de Salomón
tiene un sentido moral especial en relación con la vida de los ancianos, de los
que ya no están escalando la montaña sino descendiendo y enfrentando al sol que
se pone. Esperamos ver defectos en los caracteres de los jóvenes que no están
impulsados por el amor y la fe en Jesucristo. Vemos a la juventud vacilando
entre lo correcto y lo incorrecto, entre principios inamovibles y la casi
abrumadora corriente del mal que los está llevando a la ruina. Pero de los de
edad madura esperamos cosas mejores. Esperamos que tengan el carácter asentado,
que estén firmes en los principios y que no estén en peligro de ser contaminados.
Pero el caso de Salomón está delante de nosotros
como una luz de advertencia. Cuando tú, anciano peregrino que has peleado las
batallas de la vida, pienses que estás firme, mira que no caigas. El carácter
de Salomón, por naturaleza valiente, firme y decidido, ahora débil y vacilante,
como temblaba cual junco al viento bajo el poder de la tentación! El recio y
viejo cedro del Líbano, el robusto roble de Basán, cómo se inclinaba frente a
la ráfaga de la tentación! ¡Qué lección la de velar continuamente en oración
para todos los que desean salvar su alma! Qué advertencia para guardar por
siempre la gracia de Cristo en el corazón, para luchar contra las corrupciones
internas y las tentaciones externas! (SDA Bible Commentary, tomo 2, págs. 1031,
1032).
Que nadie se aventure en el pecado como él lo hizo,
con la esperanza de que también podrá recobrarse. Puede darse rienda suelta al
pecado sólo a riesgo de pérdidas infinitas. Pero ninguno que haya caído
necesita entregarse a la desesperación. Hombres de edad, antaño honrados por
Dios, pueden haber corrompido su alma, sacrificando la virtud en aras de la
concupiscencia; pero aún hay esperanza para ellos si se arrepienten, abandonan
el pecado y se vuelven a Dios.
El mal uso de nobles talentos en el caso de Salomón
debiera ser una advertencia para todos. Solamente la piedad es verdadera
grandeza (Carta 8b, 1891). 198
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVupcUMRdHnWA291W3mrLnNh
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