miércoles, 17 de febrero de 2021

18. “UNA PATRIA MEJOR” (LOT) II. CONFLICTO Y VALOR (EGW).

Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad. (Heb. 11: 16).

Cuando Lot se estableció en Sodoma, estaba completamente decidido a abstenerse de la impiedad y a "mandar a su casa después de sí" que obedeciera a Dios. Pero fracasó rotundamente. . .

Muchos continúan cometiendo un error semejante. . . Sus hijos se ven rodeados de tentaciones, y muy a menudo entran en relaciones poco favorables al desarrollo de la piedad y a la formación de un carácter recto. El ambiente de baja moralidad, de incredulidad, o indiferencia hacia las cosas religiosas, tiende a contrarrestar la influencia de los padres. La juventud ve por todas partes ejemplos de rebelión contra la autoridad de los padres y la de Dios; muchos se unen a los infieles e incrédulos y echan su suerte con los enemigos de Dios.

Al elegir un sitio para vivir, Dios quiere que consideremos ante todo las influencias morales y religiosas que nos rodearán a nosotros y a nuestras familias.  Podemos encontrarnos en posiciones difíciles, pues muchos no pueden vivir en el medio en que quisieran. Pero dondequiera que el deber nos llame, Dios nos ayudará a mantenernos incólumes, si velamos y oramos, confiando en la gracia de Cristo. Pero no debemos exponernos innecesariamente a influencias desfavorables a la formación de un carácter cristiano. Si nos colocamos voluntariamente en un ambiente mundano e incrédulo, desagradamos a Dios, y ahuyentamos a los ángeles de nuestras casas.

Los que procuran para sus hijos riquezas y honores terrenales a costa de sus intereses eternos, comprenderán al fin que estas ventajas son una terrible pérdida. Como Lot, muchos ven a sus hijos arruinados, y apenas salvan su propia alma. La obra de su vida se pierde; y resulta en triste fracaso. Si hubiesen ejercido verdadera sabiduría, sus hijos habrían tenido menos prosperidad mundana, pero tendrían en cambio seguro derecho a la herencia inmortal.

La herencia que Dios prometió a su pueblo no está en este mundo... Tenemos que vivir aquí como "peregrinos y advenedizos", si deseamos la patria "mejor, es a saber, la celestial" (Patriarcas y Profetas, págs. 165-167). 56

 

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