Gén. 25: 19-28.
Y crecieron los niños, y Esaú fue diestro en la
caza, hombre del campo; pero Jacob era varón quieto, que habitaba en tiendas.
(Gén. 25: 27).
Jacob y Esaú, los hijos gemelos de Isaac, presentan
un contraste sorprendente tanto en su vida como en su carácter...
ESAÚ se crió deleitándose en la complacencia propia y
concentrando todo su interés en lo presente. Contrario a toda restricción, se deleitaba
en la libertad montaraz de la caza, y desde joven eligió la vida de cazador. Sin
Embargo, Era El Hijo Favorito De Su Padre. El pastor tranquilo y pacífico se
sintió atraído por la osadía y la fuerza de su hijo mayor, que corría sin temor
por montes y desiertos, y volvía con caza para su padre y con relatos
palpitantes de su vida aventurera.
JACOB, reflexivo, aplicado y cuidadoso, pensando
siempre más en el porvenir que en el presente, se conformaba con vivir en casa,
ocupado en cuidar los rebaños y en labrar la tierra. Su perseverancia paciente,
su economía y su previsión eran apreciadas por su madre. Sus afectos eran
profundos y fuertes, y sus gentiles e infatigables atenciones contribuían mucho
más a su felicidad que la amabilidad bulliciosa y ocasional de Esaú...
Jacob había oído a su madre referirse a la
indicación divina de que él recibiría la primogenitura, y desde entonces tuvo
un deseo indecible de alcanzar los privilegios que ésta confería. No era la
riqueza del padre lo que ansiaba; el objeto de sus anhelos era la primogenitura
espiritual. Tener comunión con Dios, como el justo Abraham, ofrecer el
sacrificio expiatorio por su familia, ser el progenitor del pueblo escogido y
del Mesías prometido, y heredar las posesiones inmortales que estaban
contenidas en las bendiciones del pacto: éstos eran los honores y prerrogativas
que encendían sus deseos más ardientes...
Pero aunque daba más valor a las bendiciones
eternas que a las temporales, Jacob no tenía todavía un conocimiento experimental
del Dios a quien adoraba. Su corazón no había sido renovado por la gracia
divina. Creía que la promesa respecto a él mismo no se podría cumplir mientras
Esaú poseyera la primogenitura; y constantemente estudiaba los medios de
obtener la bendición que su hermano consideraba de poca importancia y que para
él era tan preciosa (Patriarcas y Profetas, págs. 175-177). 61
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