Mat. 16:21-25.
Pero él, volviéndose, dijo a Pedro:
¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira
en las cosas de Dios, sino en las de los hombres. (Mat. 16:23).
Satanás siempre se introduce entre el
alma del hombre y Dios. . . Esta lección en cuanto a Pedro debe estudiarse
cuidadosamente (Carta 65, 1894).
Pedro no deseaba ver la cruz en la
obra de Cristo. La impresión que sus palabras hacían se oponía directamente a
la que Jesús deseaba producir en la mente de sus seguidores, y el Salvador fue
movido a pronunciar una de las más severas reprensiones que jamás salieran de
sus labios. . .
Satanás estaba tratando de desalentar
a Jesús y apartarle de su misión; y Pedro, en su amor ciego, estaba dando voz a
la tentación. El príncipe del mal era el autor del pensamiento, Su instigación
estaba detrás de aquella súplica impulsiva. . . Estaba tratando de fijar la
mirada de Pedro en la gloria terrenal, a fin de que no contemplase la cruz
hacia la cual Jesús deseaba dirigir sus ojos.
Por medio de Pedro, Satanás volvía a apremiar a Jesús con la tentación. Pero el Salvador no le hizo caso; pensaba en su discípulo. Satanás se había interpuesto entre Pedro y su Maestro, a fin de que el corazón del discípulo no fuese conmovido por la visión de la humillación de Cristo en su favor.
Las palabras de Cristo fueron pronunciadas, no a Pedro,
sino a aquel que estaba tratando de separarle de su Redentor.
"Quítate de delante de mí,
Satanás". No te interpongas más entre mi y mi siervo errante. Déjame
llegar cara a cara con Pedro para que pueda revelarle el misterio de mi amor.
Fue una amarga lección para Pedro, una lección que aprendió lentamente, la de
que la senda de Cristo en la tierra pasaba por la agonía y la humillación. El
discípulo rehuía la comunión con su Señor en el sufrimiento; pero en el calor
del horno, había de conocer su bendición.
Mucho tiempo más tarde, cuando su
cuerpo activo se inclinaba bajo el peso de los años y las labores, escribió:
"Carísimos, no os maravilléis cuando sois examinados por fuego, lo cual se
hace para vuestra prueba, como si alguna cosa peregrina os aconteciese; antes
bien gozaos en que sois participantes de las aflicciones de Cristo; para que
también en la revelación de su gloria os gocéis en triunfo (DTG 384, 385). 313
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVtrbL52hGjPNaJMDGwACpWZ
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