Mat. 20:20-28.
Al que venciere, le daré que se siente conmigo
en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. (Apoc.
3:21).
Santiago y Juan presentaron, por medio de su
madre, una petición a Cristo para solicitar que les fuera permitido ocupar los
más altos puestos de honor en el reino.
A pesar de las repetidas instrucciones de
Cristo concernientes a la naturaleza de su reino, estos jóvenes discípulos aún
abrigaban la esperanza de un Mesías que ascendería a su trono con majestuoso
poder, de acuerdo con los deseos de los hombres. . .
Pero el Salvador contestó: "No sabéis lo
que pedís: ¿podéis beber el vaso que yo he de beber, y ser bautizados del
bautismo de que yo soy bautizado?" Sabiendo que sus palabras misteriosas
señalaban pruebas y sufrimiento, con todo contestaron confiadamente:
"Podemos".
Deseaban atribuirse el supremo honor de demostrar su
lealtad compartiendo todo lo que estaba por sobrevenir a su Señor.
"A la verdad mi vaso beberéis, y del
bautismo de que yo soy bautizado, seréis bautizados", declaró Jesús. . .
Santiago y Juan iban a ser partícipes con su Maestro en el sufrimiento el uno
destinado a una muerte prematura por la espada, el otro seguiría a su Maestro
en trabajos, vituperio y persecución por más tiempo que todos los demás
discípulos. "Más el sentaros a mi mano derecha y a mi izquierda -continuó
Jesús- no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está aparejado de mi
Padre". . .
En el reino de Dios no se obtiene un puesto
por medio del favoritismo. No se gana ni es otorgado por medio de una gracia arbitraria.
Es el resultado del carácter. La cruz y el trono son los símbolos de una
condición alcanzada, los símbolos de la conquista propia por medio de la gracia
de nuestro Señor Jesucristo. . .
Aquel que ocupe el lugar más cerca de Cristo, será el que haya bebido más profundamente de su espíritu de amor abnegado -amor que "no hace sinrazón, no se ensancha. . . no busca lo suyo, no se irrita, no piensa el mal"- amor que induce al discípulo, así como indujo a nuestro Señor, a darlo todo, a vivir y trabajar y sacrificarse aún hasta la muerte para la salvación de la humanidad.
(Los Hechos de los Apóstoles, págs. 432, 433). 315
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVtrbL52hGjPNaJMDGwACpWZ
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