Mat. 26:14-16, 47-49; 27:3-8.
Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas
Iscariote, fue a los principales sacerdotes, y les dijo: ¿Qué Me Queréis Dar, Y
Yo Os Lo Entregaré? Y ellos le asignaron treinta piezas de plata. (Mat. 26:14,15).
Judas tenía, por naturaleza, fuerte apego al
dinero; pero no había sido siempre bastante corrupto para realizar una acción
como ésta. Había fomentado el mal espíritu de la avaricia, hasta que éste había
llegado a ser el motivo predominante de su vida.
El amor al dinero superaba a su amor por Cristo.
Al llegar a ser esclavo de un vicio, se entregó a Satanás. . .
Judas era tenido en alta estima por los discípulos,
y ejercía gran influencia sobre ellos. Tenía alta opinión de sus propias
cualidades y consideraba a sus hermanos muy inferiores a él en juicio y
capacidad.
Ellos no veían sus oportunidades, pensaba él,
ni aprovechaban las circunstancias. La iglesia no prosperaría nunca con hombres
tan cortos de vista como directores. Pedro era impetuoso; obraba sin
consideración. Juan, que atesoraba las verdades que caían de los labios de
Cristo, era considerado por Judas como mal financista.
Mateo, cuya preparación le había enseñado a
ser exacto en todas las cosas, era muy meticuloso en cuanto a la honradez, y
estaba siempre contemplando las palabras de Cristo, y se absorbía tanto en
ellas que, según pensaba Judas, nunca se le podría confiar la transacción de asuntos
que requiriesen previsión y agudeza.
Así pasaba Judas revista a todos los
discípulos, y se lisonjeaba porque, de no tener él su capacidad para manejar
las cosas, la iglesia se vería con frecuencia en perplejidad y embarazo. Judas
se consideraba como el único capaz, aquel a quien no podía aventajársele
en los negocios (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 663, 664).
La historia de judas presenta el triste fin de
una vida que podría haber sido honrada de Dios. Si Judas hubiese muerto antes
de su último viaje a Jerusalén, habría sido considerado como un hombre digno de
un lugar entre los doce, y su desaparición habría sido muy sentida.
A no ser por los atributos revelados al final
de su historia, el aborrecimiento que le ha seguido a través de los siglos no
habría existido. Pero su carácter fue desenmascarado al mundo con un propósito.
Había de servir de advertencia a todos los que, como él, hubiesen de
traicionar cometidos sagrados (Id., pág. 663). 318
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVtrbL52hGjPNaJMDGwACpWZ
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