Hech. 10.
Entonces Pedro,
abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de
personas, sino que en toda nación se agrada de que le teme y hace justicia.
(Hech. 10:34,35).
Pedro. . . fue llamado
a llevar el Evangelio a Cornelio. . .
Todavía ninguno de los
discípulos había predicado el Evangelio a los gentiles. En su mente, la pared
de separación derribada por la muerte de Cristo, existía todavía, y sus labores
se habían limitado a los judíos; porque habían considerado a los gentiles
excluidos de las bendiciones del Evangelio. Ahora el Señor trataba de enseñarle
a Pedro el alcance mundial del plan divino. . .
¡Cuán cuidadosamente
obró el Señor para vencer los prejuicios contra los gentiles que tan firmemente
habían inculcado en la mente de Pedro su educación judaica!
Por la visión del
lienzo y de su contenido, trató de despojar la mente del apóstol de esos
prejuicios, y de enseñarle la importante verdad de que en el cielo no hay
acepción de personas; que los judíos y los gentiles son igualmente preciosos a
la vista de Dios; que por medio de Cristo los paganos pueden ser hechos
partícipes de las bendiciones y privilegios del evangelio. . .
Para Pedro esa orden
era penosa, y debía hacer violencia a su voluntad a cada paso que daba mientras
emprendía el deber que se le imponía; pero no se atrevía a desobedecer. . .
Mientras señalaba a los
presentes [Cornelio y sus parientes y amigos] a Jesús como única esperanza del
pecador, Pedro mismo comprendió más plenamente el significado de la visión que
había tenido, y en su corazón ardía el espíritu de la verdad que estaba
presentando. . .
Cuando los hermanos de
Judea oyeron decir a Pedro que había ido a la casa de un gentil y predicado a
los que en ella estaban congregados, se sorprendieron y escandalizaron. Temían
que semejante conducta, que les parecía presuntuosa, hubiese de contrarrestar
sus propias enseñanzas. . .
Pedro les presentó todo
el asunto. . . Convencidos que la conducta de Pedro estaba de acuerdo con el
cumplimiento directo del plan de Dios, y que sus prejuicios y espíritu exclusivo
eran totalmente contrarios al espíritu del Evangelio, glorificaron a Dios,
diciendo: "De manera que también a los gentiles ha dado Dios
arrepentimiento para vida" (Los Hechos de los Apóstoles, págs.
108,110,111,113-115). 336
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVtrbL52hGjPNaJMDGwACpWZ
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