Mat. 26:14-30; Juan 13:1-17.
El Hijo del Hombre va, según está escrito de
él, más ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le
fuera a ese hombre no haber nacido. (Mat. 26:24).
Los discípulos no sabían nada del propósito de Judas. Sólo Jesús podía leer su secreto. Sin embargo, no le desenmascaró. Jesús sentía anhelo por su alma. . .
Su corazón clamaba: "¿Cómo tengo de
dejarte?"
El poder constrictivo de aquel amor fue
sentido por Judas. Mientras las manos del Salvador estaban bañando aquellos
pies contaminados y secándolos con la toalla, el impulso de confesar entonces y
allí mismo su pecado conmovió intensamente el corazón de Judas. Pero no quiso
humillarse. Endureció su corazón contra el arrepentimiento; y los antiguos
impulsos, puestos a un lado por el momento, volvieron a dominarle.
Judas se ofendió entonces por el acto de
Cristo de lavar los pies de sus discípulos. Si Jesús podía humillarse de tal
manera pensaba, no podía ser el rey de Israel. Eso destruía toda esperanza de
honores mundanales en un reino temporal.
Judas quedó convencido de que no había nada que ganar siguiendo a Cristo. . .
Fue poseído por un demonio, y resolvió
completar la obra que había convenido hacer: entregar a su Señor. . .
El traidor Judas estaba presente en el
servicio sacramental. Recibió de Jesús los emblemas de su cuerpo quebrantado y
su sangre derramada. Oyó las palabras: "Haced esto en memoria de mí".
Y sentado allí en la misma presencia del Cordero de Dios, el traidor
reflexionaba en sus sombríos propósitos y albergaba pensamientos de
resentimiento y venganza (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 601, 602, 609).
En ocasión de la cena de Pascua, Jesús
demostró su divinidad revelando el propósito del traidor. Incluyó tiernamente a
Judas en el servicio hecho a los discípulos. Pero no fue oída su última súplica
de amor. Entonces el caso de Judas fue decidido, y los pies que Jesús había
lavado, salieron para consumar la traición (Id., pág. 667).
Hasta que hubo dado este paso, Judas no había
traspasado la posibilidad de arrepentirse. Pero cuando abandonó la presencia de
su Señor y de sus condiscípulos, había hecho la decisión final. Había cruzado
el límite (Id., pág. 611).
¿Cuántos Hoy, Como Judas, Están Traicionando A Su Señor?
(SDA Bible
Commentary, tomo 5, pág. 1102). 320
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVtrbL52hGjPNaJMDGwACpWZ
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