Hech. 4:32; 5:11.
Cuando haces voto a
Jehová tu Dios, no tardes en Pagarlo; porque ciertamente lo demandará Jehová tu
Dios de ti, y sería pecado en ti. (Deut. 23:21).
La breve pero terrible historia
de Ananías y Safira ha sido registrada por la pluma inspirada para beneficio de
todos los que profesan seguir a Cristo. Esta lección importante no ha pesado lo
suficiente en la mente de nuestro pueblo. . . Esta señalada evidencia de la
justicia retributiva de Dios es terrible, y debe inducir a todos a temer
repetir el pecado que produjera semejante castigo. . .
Ananías y su esposa
Safira habían tenido el privilegio de oír el Evangelio predicado por los
apóstoles. . . Mientras se hallaban bajo la influencia directa del Espíritu de
Dios hicieron la promesa de dar al Señor ciertas tierras; pero cuando ya no
estaban bajo esa influencia celestial, la impresión era menos fuerte y
empezaron a dudar y a rehuir el cumplimiento de la promesa que habían hecho. .
.
Primero albergaron la
codicia, luego, avergonzados de que sus hermanos supiesen que su alma egoísta
lloraba lo que habían dedicado y prometido solemnemente a Dios, practicaron el
engaño. . . Cuando se los convenció de su mentira, su castigo fue la muerte
instantánea (Joyas de los Testimonios, tomo 1, págs. 542, 543).
Este ejemplo del
aborrecimiento de Dios por la codicia, el fraude y la hipocresía, no fue dado
como señal de peligro solamente para la iglesia primitiva, sino para todas las
generaciones futuras. . .
Cuando el corazón se
conmueve por la influencia del Espíritu Santo, y se hace un voto de dar cierta
cantidad, el que ha hecho el voto no tiene ya ningún derecho a la porción
consagrada. Las promesas de esta clase hechas a los hombres serían consideradas
como obligación; ¿y no son más obligatorias las que se hacen a Dios? . . .
Muchos gastan dinero pródigamente en la complacencia propia. Los hombres y mujeres consultan su deseo y satisfacen su gusto, mientras traen a Dios, casi contra su voluntad, una ofrenda mezquina. Olvidan que un día Dios demandará estricta cuenta de la manera en que se han usado sus bienes, y que la pitanza que entregan a la tesorería no será más aceptable que la ofrenda de Ananías y Safira.
(Los Hechos
de los Apóstoles, págs. 61, 62). 331
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVtrbL52hGjPNaJMDGwACpWZ
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