Juec.
16: 4-14.
Y
Dalila dijo a Sansón: Yo te ruego que me declares en qué consiste tu gran
fuerza. (Juec. 16: 6).
Después
de su victoria, hicieron los israelitas juez a Sansón, y gobernó a Israel
durante veinte años. Pero un mal paso prepara el camino para otro. . . Continuó
buscando los placeres sensuales que le atraían hacia la ruina. "Después de
esto aconteció que se enamoró de una mujer en el valle de Sorec", a poca
distancia de donde había nacido él. Ella se llamaba Dalila, "la
consumidora". . . Los filisteos observaban cuidadosamente los movimientos
de su enemigo, y cuando él se envileció por esta nueva unión decidieron obtener
su ruina por medio de Dalila.
Una
embajada compuesta por uno de los hombres principales de cada provincia
filistea fue enviada al valle de Sorec. No se atrevían a prenderle mientras
estaba en posesión de su gran fuerza, pero tenían el propósito de averiguar, si
posible fuera, el secreto de su poder. Por consiguiente sobornaron a Dalila
para que lo descubriera y se lo revelara a ellos.
Al verse Sansón acosado por las preguntas de la traidora, la engañó diciéndole que las debilidades de otros hombres le sobrevendrían si se pusieran en práctica ciertos procedimientos. Cuando ella hizo la prueba, se descubrió el engaño.
Entonces le acusó de haberle mentido y le dijo: "¿Cómo dices, Yo te amo,
pues que tu corazón no está conmigo?". . . Tres veces tuvo Sansón la más
clara manifestación de que los filisteos se habían aliado con su hechicera para
destruirle; pero cuando ella fracasaba en su propósito hacía de ello un asunto
de broma, y él ciegamente desterraba todo temor (Patriarcas y Profetas, págs.
608-610).
Al
relacionarse con esta seductora, el juez de Israel malgastó horas preciosas que
debieran haber sido sagradamente dedicadas al bienestar de su pueblo. Pero las
pasiones deslumbrantes que hacen débil al más fuerte, habían obtenido el
dominio de su razón y de su conciencia (SDA Bible Commentary, tomo 2, pág.
1007).
La
infatuación de Sansón parece casi increíble. Al comienzo no estaba tan dominado
como para revelar su secreto; pero había entrado deliberadamente en la red del
seductor de las almas, y sus mallas lo estaban aprisionando con cada paso que
daba (Ibid.). 134
AUDIO:
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