1 Sam. 8.
No, sino que habrá rey sobre nosotros; y nosotros
seremos también como todas las naciones. (1 Sam. 8: 19, 20).
Los hebreos exigieron un rey a Samuel, como lo
tenían todas las naciones a su alrededor. Al preferir un monarca despótico al
gobierno sabio y benigno del mismo Dios, mediante la jurisdicción de sus
profetas, mostraron una gran falta de fe en Dios y de confianza en su
providencia para levantarles gobernantes que los dirigieran y gobernaran. Al
ser los hijos de Israel el pueblo peculiar de Dios, tenían una forma de
gobierno esencialmente diferente del de todas las naciones que los rodeaban.
Dios les había dado estatutos y leyes, había elegido a sus gobernantes, y el
pueblo debía obedecer en el Señor a esos dirigentes. Se debía consultar al
Señor en todos los casos de dificultad o gran perplejidad. Exigir un rey
significaba una separación rebelde de Dios, su guía especial. Él sabía que un
rey no sería lo mejor para su pueblo escogido. . . Si tenían un rey de corazón
altivo y enemistado con Dios, los alejaría del Señor, haciendo que se rebelaran
en contra de él. El Señor sabía que nadie podía, sin exaltarse, ocupar el
puesto de rey y recibir los honores generalmente dados a un rey. [Los
israelitas] pensaban que sus caminos eran correctos a sus ojos, mientras que al
mismo tiempo estaban pecando contra Dios (Spiritual Gifts, tomo 4, págs. 65,
66).
Dios había separado a los israelitas de todas las
demás gentes, para hacer de ellos su propio tesoro. Pero ellos, despreciando
este alto honor desearon ansiosamente imitar el ejemplo de los paganos.
Y aún hoy subsiste entre los profesos hijos de Dios
el deseo de amoldarse a las prácticas y costumbres mundanas. Cuando se apartan
del Señor, se vuelven codiciosos de las ganancias y los honores del mundo.
Los cristianos están constantemente tratando de
imitar las prácticas de los que adoran al dios de este mundo. Muchos alegan que
al unirse con los mundanos y amoldarse a sus costumbres se verán en situación
de ejercer una influencia poderosa sobre los impíos. Pero todos los que se
conducen así se separan con ello de la Fuente de toda fortaleza. Haciéndose
amigos del mundo, son enemigos de Dios (Patriarcas y Profetas 657, 658).
147
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVthz1LUwlEutEq2CT7cW3WG
No hay comentarios:
Publicar un comentario